

Seducción BDSM
Tarta de Chocolate (Quinta Parte)
- Calipso.. - Está tensa, lo sé por cómo se han cuadrado sus hombros, la expresión de su mirada y sin embargo, me ha dicho un nombre, ¿el suyo? - Mi nombre es.. Calipso - Desviando la mirada enseguida cuando echara a caminar. Por algún motivo sé que no debo seguirla, debe ser ella quien se aproxime a mi, pero que ni por un sólo momento piense que voy a dejarla escapar, quiero recordarla de un modo u otro mi presencia, el aroma que desprende mi piel, el calor que he dado a su cuerpo cuando hemos estado pegados. Sin embargo, algo se ha apoderado de mi cuando he dejado de verla sabiendo que había marchado. Paseando la diestra por el cabello un par de veces, no paro de moverme en círculos de manera constante, mirando hacia el lugar por donde ella se ha marchado. Mi cabeza está a punto de estallar en mil pedazos. ¿Qué demonios me ocurre? Terminando por parar buscando un lugar donde sentarme alejado de todos, necesito tiempo para recuperar el control. Quiero estar solo, retorcerme apenas unos minutos en ésta agonía que ahora mismo me embarga. No sé cuanto tiempo he pasado a solas. Debe haber sido bastante pues cuando realmente presto atención, el jaleo de los míos hablando se ha disipado bastante, apenas cuatro conversaciones contando batallas o arreglando el mundo sólo de palabra.
- Nooooo, mamá por favor, déjame un poco más. Prometo que mañana me despertaré pronto y haré todo lo que me pidas. Déjame un poco más con Kaly.. - Creo que ha sido la voz quejicosa, implorosa de mi sobrina la que me ha hecho regresar de mis pensamientos. Alzando la mirada hacia ese punto en el que sé están esbozando una sonrisa. Para después, sólo escuchar susurros seguido de un silencio.
- Debes descansar.. pequeña ratita. Mi día es tu noche, es normal que yo esté despierta. Eso sí, prometo que yo misma te meteré en la cama, ¿de acuerdo? - Esa.. voz. Poniéndome en pie enseguida movido por un resote la ví aparecer con la pequeña en brazos. Sus manitas estaban rodeándola el cuello y las piernas colocadas a ambos lados de las caderas. Ella, agarrándola para que no cayera, dejara su peso posar sobre los brazos. El rostro de cada una hundido en el cuello de la otra, paseando hacia la oscuridad del jardín a esas horas de la noche. La he visto parar cuando me se ha dado cuenta de mi presencia, el cómo me miraba con atención antes de esbozar una sonrisa siguiendo sus pasos, meciendo el pequeño cuerpo de la niña que no tardaría demasiado en quedarse dormida profundamente. Me he aproximado despacio, con sigilo para no despertarla sin dejar de mirarlas.
- Pensé.. que te habías marchado - ¿Soy estúpido? ¿Es que no tengo otra cosa que decir? Parece que todo lo aprendido a lo largo de los años, lo pierdo a su lado. Me comporto cómo un cachorro enamorado y quizás es el sentimiento que me tiene así. Inclinándome para dejar un beso en su mejilla, no se ha movido, es más, creo que ha ladeado levemente el rostro para que pudiera dárselo.
- Tenía la intención de hacerlo, pero una pequeña ratita me abordó con un trozo de tarta de chocolate. Está rico, pero debo admitir que mi estómago no lo tolera demasiado bien - El tono de su voz, la dulzura al contármelo me ha desarmado, incluso creo atisbar un poco de humor en sus palabras - ¿Me muestras dónde duerme? La he prometido que sería yo quien la acostase - Cerrando los párpados cuando rozara con la nariz el rostro de la niña, aspirando su aroma al tiempo que sonreía. ¿Quizás está agusto? Espero que sí y posiblemente todo haya sido obra de esa pequeña ratita que ahora duerme plácidamente.
Asintiendo en silencio, no puedo evitar el pasar la mano por su cadera, pegándola a mi cuerpo cuando echamos a caminar hacia la casa. Sé que me está prestando atención aunque sus párpados aún esten cerrados aspirando el aroma de esa pequeña ratita. No sabe cuanto aprecio su inocencia, su insistencia incluso aunque en ocasiones, logre ponernos de los nervios a los más adultos. ¿Está tatareando una canción? Lo hace cuando la pequeña ante el movimiento subiendo las escaleras, se mueve levemente. Se preocupa de cuidarla, darle justo lo que le ha prometido. El cómo sus manos la sostienen, cobijan cómo algo preciado me conmueve sin remedio, jamás pensé que un depredador así, pudiera albergar tanto amor con pequeños actos, puede que la creencia que hemos tenido durante siglos, sea equívoca. La he soltado cuando entró en la habitación, metiendo a la pequeña entre las mantas calentita. Acariciar el cabello apartándolo de la cara, la dulce caricia de las yemas por la piel, debo admitir que me ha hecho sentir envidia, deseo esa caricia para mi.Apoyado en el marco de la puerta, he seguido cada uno de sus movimientos, gestos, miradas incluso. Viene hacia mi, estoy nervioso de nuevo, incluso me sudan las manos al verla caminar; un paso delante de otro delatando su naturaleza, sensual, devastadora al mismo tiempo. Ven a mi ó dulce muerte..