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Tarta de Chocolate (Novena Parte)

Esas paredes habían visto, sentido a golpe de cabecero la pasión desatada entre el licántropo y la vampira. Había cobijado, albergado los gemidos que sin poder evitarlos escaparan de sus bocas. El presenciar no sólo caricias, también besos, lamidas interminables cuando no eran escuetas, tentadoras. Esa habitación, podría contar cómo entre sus paredes, se había consumado una relación, afianzado un sentimiento que al principio mantenía confuso a ambos. No solo esa estancia podía dar fé, también el cuarto de baño, más concretamente el espejo con un par de finas manos plantadas en la superficie con una más grande al lado, posada, cerca, conteniendo a su amante cuando ambos seguramente se miraban al espejo cuando él tomaba posesión de su cuerpo. 

 

 

La noche llegaba reinando el silencio, la calma dentro de esa habitación. Dos cuerpos echados en la cama, desnudos con los miembros entrelazados perdidos en un abrazo. Ambos podrían decir que tenían heridas de guerra cómo una pequeña broma. Él, con arañazos por su cuerpo, los brazos incluso marcados con la sangre seca tras tomar contacto con el aire. Ella, tenía pequeñas marcas rosadas aún en su piel dónde antes había arañazos, su capacidad de regeneración no permitía que dejaran esas líneas que tanto le habría gustado lucir cómo admitiera antes de caer rendida sobre su pecho. La única que seguía perpétua, era un pequeño bocado en la nuca, la marca de unos dientes tras roer que la delatarían del licántropo ante los demás lobos.

 

 

- Ey.. Kaly, despierta vampiresa, tu día ha llegado - Se había despertado antes que ella con la sensación de estar rodeado de buenas sensaciones, siendo así, no había escapado, no había regresado a su casa para escuchar esa canción melancólica una y otra vez hasta caer rendida, estaba allí, en su lecho, pegada a él - Kaly.. - Dejando pequeñas caricias en el brazo que estaba por encima de su pecho, besando su oscuro cabello, oliéndolo. Sin embargo, ella no se movía, seguía sumida en su letargo. Esperó pensando que quizás precisara que cayera por completo la noche, esperando impaciente a que sucediera para perderse de nuevo en sus pupilas, entre sus brazos, en sus besos o caricias. Por todos los Dioses, ¿cómo podía desearla tanto? Perder la razón por una sola de sus caricias. Peinó su cabello con los dedos, todas y cada una de las hebras con delicadeza, arropó mejor su cuerpo aún sabiendo que ella no podía sentir el frío o calor aunque hubiera visto su cuerpo perlado a lo largo del día. 

 

 

Sonaron las nueve de la noche y hacía un buen rato que había caído el sol por completo, sin embargo, ella seguía quieta. El corazón del licántropo palpitó con fuerza, demasiada celeridad temiéndose lo peor. Incluso se movería dejando que el cuerpo de su compañera besara la cama, sentándose a su lado - Calipso.. Kaly.. despierta - Meciéndola tras posar la mano en su hombro - Kaly, Kaly despierta por todos los Dioses.. - Alarmándose, incluso subiendo el tono de su voz para que fuera escuchado. Ella, echada con el cabello cubriendo su rostro, ¿cómo podría saber que seguía "viva"? Si no respiraba, sólo a veces y cada mucho tiempo, la había escuchado tomar una inspiración.

 

 

Recuerdo:

 

 

Kaly tomó una honda inspiración cuando la dulce muerte llegara a ambos dejándolos agotados sobre el lecho.

 

 

- Pensé que los vampiros no respiraban - Sonriendo cuando la retirase el cabello para poder mirarla a los ojos con una sonrisa dibujada en los labios.

 

 

- Y no respiramos, sólo en ocasiones cuando estamos demasiado agotados y sólo una inspiración. Eso ayuda a que nuestra sangre se oxigene un poco. 

 

 

- Qué curioso, jamás lo habría pensado. Así que.. el hacer el amor apasionadamente con un licántropo, hace que necesites respirar.. Hums.. interesante - Mesándose el mentón mirando hacia el techo con aire pensativo.

 

 

- ¡Serás bobo! - Palmeándole el pecho antes de echarse a reir. Esa risa que llenaba su corazón de júbilo..

 

 

- Kaly, maldita sea.. ¡Kaly! - Gritando descontrolado. Arrodillándose en el lecho junto a ella, tomándola de los hombros para pegarla contra su pecho, rodearla con los brazos infundiéndola calor - Kaly despierta.. por favor, no me hagas ésto, despierta! - Su voz cada vez más alta, descontrolada ansiando que su preciosa vampira se moviera, gimiera incluso quejándose de que estaba aplastándola. Acunando su rostro meciéndola, aspirando su aroma buscando alguna variación, algo distinto que delatara que la sucedía - No me asustes pequ.. - quedándose paralizado al sentir cómo unos incisivos se hundían en la piel, escuchando el gruñir gurutal casi ahogado al tragar la sangre que regaba la preciosa boca de su vampira -  Dioses.. - Con la voz tomada, perdida en algo llamado lujuria. Le había suplicado una y otra vez que lo mordiera, para él era importante saberla no sólo saciada en la cama, también tenerla alimentada, el mero pensamiento de saberla bebiendo sangre aunque fuera de una copa y no fuera suya, era algo que le ponía incluso celoso. Comenzando a dejar caricias en su espalda delicadas, amorosas en tanto ella seguía con los labios pegados a su piel, tragando con entre gemidos cada vez más intensos. Llegado el momento en que sintiera los colmillos abandonar la carne para sentir una lamida, lenta, demasiado pausada, incluso podría asegurar que fue reverente, respetuosa cerrando las dos pequeñas heridas. Después, besos, muchos besos que apenas sería posar los labios sobre la piel para desplazarse a otro tramo.

 

 

- Perdóname.. por favor - Serían las primeras  palabras que escuchase de sus labios.

 

 

- ¿Por qué debería perdonarte? - Apenas con un hilo de voz, aún abrazándola, deslizando las manos por su cuerpo.

 

 

- No debería haber bebido directamente de ti, no es lo correcto. Sé que tú mismo me has instado a hacerlo a lo largo del día, sin embargo.. yo siempre he seguido el antiguo código - Separando los labios, su rostro del cuello buscando su mirada. La de ella, cautelosa. El mentón levemente bajado haciendo que pareciera incluso inocente.

 

 

- Me ha encantado, eso puedo asegurártelo. No puedes hacerte una idea de cuantísimas veces cuando has aproximado tus labios a mi piel, he deseado sentir que mordías para alimentarte. Sin embargo... - Frunciendo levemente el ceño tomándola del rostro, enmarcándolo con los pulgares bajo el mentón con esos círculos a los que ella se estaba volviendo adicta - ¿Por qué.. no me has pedido que cediera mi sangre con el antiguo código? 

 

 

- Sé que.. te enfadarás conmigo cuando lo sepas.. - No podía desviar su rostro, pero sí la mirada cuando sus párpados descendieron. Apretando los labios cuando le escuchase tomar una fuerte inspiración, momento en el que posó sus manos sobre el pecho queriendo apaciguarlo - Debería.. haberme alimentado hace.. un par de días. Llevaba dos.. sem..

 

 

- Espera, espera. ¿Cada cuanto tiempo tienes que alimentarte, Calipso? - Preguntando con los dientes apretados, conteniéndose a todas luces.

 

 

- Cada.. semana.. cuatro días si he ingerido poca.. - Sus manos, no cesaban de moverse, deslizarse por el pecho, abdomen en caricias cada vez más apretadas - Mi cuerpo tiende al letargo cuando no tengo alimento. Siento haberte asust..

 

 

Un dedo sobre sus labios acallándola. No quería disculpas, cómo tampoco explicaciones. Ella había precisado su sangre y la había tomado, él cedería hasta la última gota antes de que su corazón se parase sólo por saber que estaría bien, saciada. Tomando sus labios en asalto, robándole uno, cientos de besos hasta sentirla relajada, sonriendo levemente.

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