

Seducción BDSM
November - Max Richter
Hay que leer el relato escuchando ésta canción.
http://www.youtube.com/watch?v=2Bb0k9HgQxc
Hace frío, mucho frío. El suelo está cubierto por una capa blanca de nieve, las copas de los árboles, se mecen entonando un cántigo furioso, aterrador cuando las ramas chocan entre sí. Corres, corres con toda tu alma, cayendo cuando los pies completamente desnudos se hunden en la nieve demasiado, pero te levantas para seguir corriendo. Miras hacia atrás, sabes que algo, alguien te persigue, la sensación de escapar apremia, es demasiado poderosa cómo para pararte a racionalizar. Esquivando los árboles, pasando al lado de ellos, sus ramas más bajas rasgando la ropa, haciendo que te desprendas de ella dejándola atrás con la firme convicción de huir, escapar de allí contra antes mejor. Volviéndose la sensación de frío cada vez más intensa, tus manos, tu piel está empezando a cambiar de color.
Es cuando llegas al claro, que te das la vuelta mirando hacia el bosque que tú pensabas un lugar seguro, cerrando las manos en un puño pegadas al cuerpo.
- ¡Déjame en paz! ¡Basta! - Gritas dejándote la voz, con la desesperación que sólo puede provocar el miedo, la desesperación - ¿Qué quieres de mi? - Terminando por llorar, sintiendo las pequeas gotas recorriendo tus mejillas calentandolas un poco caer hasta el mentón, donde en una caída libre, viajan hasta el suelo mezclándose con la nieve - No lo comprendo, no sé que quieres.. ¡Tengo miedo! - Terminando por romperse la garganta para hacerse oir por encima del viento que ahora está soplando demasiado fuerte, metiéndose por cada rincón de tu cuerpo.
Miras intensamente hacia el lugar donde hace tan sólo unos segundos has pasado, sabes que está ahí, mirándote, observando cómo tiemblas, expuesta al mundo, a su capricho. Eres su presa. Sólo cuado el viento para de soplar, cuando la nieve ha dejado de caer y sólo se escucha tu sollozo que se muestra. Sale de su escondite creado por la oscuridad del bosque mostrándose altanero, orgulloso, con ese caminar que parece dominar el mundo por completo. Es él, el miedo, las decepciones, las frustraciones, la ira contenida, el dolor en toda su plenitud que desea apresar tu alma. Te rodea desde cierta distancia cómo un depredador esperando cualquier movimiento de su presa en la huida para jugar un poco más. Pero está cansada, agotada de huir, correr intentando escapar de todo aquello. Así pues, se queda parada, mirándolo desafiante, retomando poco a poco la calma que precede a la tempestad.
- ¿Ya no me temes? - Preguntó. Su voz salida del mismísimo averno, brutal, demoledora y sin embargo, al mismo tiempo atrayente.
- No, no te temo. Ya no, se acabó el jugar.. - Abriendo las manos, dejando que sus dedos recobraran la poca circulación que pudieran tener.
Es cuando avanza hacia ella para tomarla del cuello con la mano extendida, que se despierta con un sobre salto. Su piel, perlada por el sudor, caliente. No hay piel azulada, pero sí lágrimas en su rostro. Ha sido un sueño tan vivido.. Mirando a su alrededor, asegurándose de que estaba en casa y no ese bosque helado, que no se percata de un pequeño detalle. Las pequeñas jardineras y tiestos colgados en la barandilla de la terraza, hasta el momento tan sólo habían contenido tierra seca. Ahora, estaban regadas, repletas de flores, de verdor. Para cuando reparase en ese detalle, se puso en pie aproximándose despacio, cautelosa pensando que quizás aún estaba en un sueño, diferente, eso sí. Tendió la mano acariciando las flores, las pequeñas hojas que las decoraban, bajando hasta la tierra para notarla húmeda.
- ¿Estoy soñando? - Hablando sola realmente, queriendo comprender todo aquello, saber qué demonios estaba sucediendo.
- No, ya no.. - Esa voz..