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Déjame sentir un poco más la calidez de tus manos, no te marches aún. Recorre cada centímetro de mi rostro para que así tu aroma no me abandone. ¿Es que no te das cuenta de cuantísimo te he anhelado? De cómo se ha sentido mi corazón sin ti para que ahora, marches sin más cuando ya has disfrutado de mi cuerpo. Robándome los suspiros, las risas, sonrisas que con toda la sinceridad te he entregado. Has jugado con mi piel haciendo que casa tramo se erizase. Quédate un poco más, por favor. Sé que un sólo minuto a tu lado sería mentirme, soñar con un instante que no me pertenece. Mis dedos tiemblan de sólo pensar que te recorreran de nuevo, que se perderán entre las hebras de tu cabello para sujetarlo en tanto me alzo de puntillas buscando tus labios cómo si estos fueran los únicos que pueden darme el aliento que me falta. Quédate un poco más entre las sábanas, déjame susurrarte al oído palabras que quizás no tengas en cuenta, hagas oídos sordos. No me importa, mi alma se conforma con tan poco..

 

 

Aún podía escuchar esas súplicas brotando de aquellos labios enrojecidos tras los besos  apasionados que habían estado compartiendo. Aún dolía estar separado de ella, haber dejado no  sólo el calor de su cuerpo, también el brillo de su mirada. Las risas francas cuando al sujetarla, la atraía hacia sí para que no estuviera lejos de él un sólo momento. Sentía el aroma de su cabello en las manos, en la mismísima ropa. Sentía que el corazón batirse en duelo con la razón. 

- Estúpido. ¿Acaso crees que ella merece la vida que tu puedas entregarle? Débil. Apenas puedes estar unos días sin que sucumbas a sus encantos, regreses como un perro faldero a su lado sólo por escuchar el timbre de su voz. ¿No habías decidido alejarte de ella pensando que era lo mejor. Tan sólo eres un ladrón vestido con ropas de Noble el cual ha creado una mentira que llegas a creerte hasta tú mismo. Déjala.. márchate y no regreses, la haces daño.

Esa tremenda lucha, encarnizada a veces. Por un lado, la necesidad de ella, esos momentos juntos en lo que todo parecía perfecto. Por otro, el miedo a que ella descubriera la verdad de sus engaños. Que él, sólo era un triste ladrón enamorado hasta la médula. Y cuánto dolía separarse de ella. Cuánto duele sentir la felicidad por unas horas para después, llegar la tristeza más absoluta. 

Cuantísimo le habría gustado enjuagar sus lágrimas con besos, susurrarle todo sentimiento que ella ha ido creando, acomodando en su corazón. Pedirla perdón por las miles de mentiras que le hubiera contado o las que contaría en un futuro. Estrecharla entre sus brazos, apretarla contra sí para aspirar el aroma de su cabello, buscar el roce de sus labios con los suyos. Robarla suspiros, atesorar cada una de sus palabras, porque le pertenecen, sabe que son suyas por derecho. 

- ¿Qué demonios haces en medio de la calle parado mirando hacia su calle? Porque estás mirando su destartalada ventana deseando regresar. ¿Acaso deseas regresar a tu lado? No puedes hacerlo, te odiará, apartará de su lado. Ingenuo.

Vería su rostro tras apartar las cortinas mirando hacia la calle, posando sus preciosas pupilas sobre él al final de la calle. Su sonrisa le desmoronó por completo. ¿Quién era él para elegir que era lo mejor o peor para ella? Podía decidir por sí misma. 

Se escuchan unos pasos por la angosta calle, una risa franca de mujer desde una pequeña y destartalada ventana. Después.. el silencio, los murmullos de un amante haciendo la más dura confesión de su vida. 

Ya no hay súplicas, ni lloros, tampoco desazón. Tan solo, tú y yo. =)

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