

Seducción BDSM
Hoy me apetece recordar momentos a tu lado y no sé porque, apenas has permanecido en mi vida y sin embargo, lo hubieras querido o no, dejaste una enorme huella para bien, pero también para mal. El destino hace que personas como nosotros se crucen, mire he incluso, lleguen a compartir momentos íntimos, como los nuestros. Y no quiero ver los ejemplos de los demás, si no los míos propios, pues el caminar por la vida va creando un sendero con nuestro nombre y apellidos, con nuestras vivencias sean buenas o malas, mejores o peores, pero ahí están y forman parte de uno mismo, con todas y cada una de las consecuencias.
Recuerdo esa destartalada habitación donde echaste un enorme colchón para yacer a mi lado comodos y sin embargo, sobraba espacio pues permanecíamos pegados. Recuerdo el sudor de nuestros cuerpos y mis gemidos constantes brotando, haciendo que tus sentidos se deleitaran cuando mis manos apretadas en tu piel unido a la tensión de mi cuerpo, te clamaba a gritos que el placer había llegado a cada una de mis células. Recuerdo cómo inmediatamente a pesar del calor, tirabas de mi cuando buscaba un poco de oxígeno sobre mi piel para pegarme a la tuya, estrecharme entre tus brazos fuerte, como si en verdad tuvieras miedo de que escapase y apenas nos conocíamos. Recuerdo como acariabas cada imperfección de mi cuerpo adorando cada centímetro, la sensación que eso me producía encontrandose sentimientos, pudor, vergüenza al tiempo que aceptación. Pero quizás lo que más puedo recordar, es cuando al girarme mi espalda estaba pegada a tu pecho, rodeándome con tus brazos, buscando tu mano para que así nuestros dedos jugasen y poder ver en la penumbra de la habitación el contraste de colores, no pretendo que nadie más lo comprenda, sólo yo he de hacerlo. Esos susurros al oído cuando deseando amarrar una parte más de mi, me regalabas halagos, mecías mis sentidos un poco más al decirme lo que tantas veces había deseado escuchar en mi vida. Y debo confesar que por mucho que hubiera renegado en su momento, posiblemente por la necesidad de sentirme querida, te creí y caí en tus redes. Recuerdo estar dormida plácidamente y al abrir los párpados, encontrarte despierto en la noche mirándome, acariciando mi pelo espectante a mi despertar para capturar mis labios y volver a mecerme entre tus brazos llena de placer.
Me regalaste risas, bailes, emociones, pero sobre todo, ilusiones aunque sólo fuera por poco tiempo. Por eso hoy, a pesar de lo malo, deseo recordar ese momento en el cual por una vez en mucho tiempo, me dejé querer.