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Hemos encontrado el arco iris.

No sabe cómo ha terminado así, quizás dejándose envolver por la alegría del día, por la música o las risas de la gente, quién sabe. Visitar ese lugar había sido todo un cúmulo de casualidades inesperadas. Sin embargo, ahí estaba. De algún lugar de ese enorme patio rodeado por las paredes de un edificio okupado, todo el mundo se reunía en determinado lugar moviéndose, bailando cómo si se tratase de un balls. Miró a su alrededor con gesto de asombro, sin duda, gratamente agradada por la visión, eso sin duda. De algún modo, sentía que desentonaba en ese sitio. Todos vestidos con colores, ropas frescas por el verano y ella, completamente de negro con botas militares, únicas para pasar calor.

 

- ¿Me permites un baile? - Regresando al presente, dejando atrás sus pensamientos, bajó la mirada para encontrarse con un muchacho, no tendría más de seis años. Vestido con una camiseta de alegres colores, pantalones cortos y los pies descalzos, mantenía la diestra alzada hacia ella esperando que la tomase. No sabía qué emoción era la que estaba ahora alojándose en su pecho, sin embargo, ahí estaba, creciendo.

 

- Por supuesto, Caballero - Tendiendo la zurda, el chiquillo la guiaría hacia donde estaban todos los demás, para cuando llegasem, girarse tomándola de la otra mano.

 

- ¿Puedo...? - Mirando hacia los pies de la mujer.

 

- Claro, adelante. Un bals no puede ser tal si no subes a mis pies - Separándolos apenas un poco, esperó a que el chiquillo ascendiera, acomodara para comenzar el baile. Vueltas y más vueltas dejándose envolver por la música, riendo sólo al ver la cara de felicidad del niño. Si él supiera que con ese pequeño gesto, había cambiado su día de un gris.. a tonalidades mucho más claras.

 

Mezclándose entre la gente, girando una vez tras otra, desplazándose hacia atrás para acto seguido, hacia delante, sin dejar de mirarse el uno al otro.

 

- ¿Estás triste? ¿Por eso vistes de negro? - Terminó por preguntar el pequeño tras un rato.  Ella sabía que lo hacía con la inocencia de un niño. Es más, la preocupación que vió en su rostro era real, sin artificios.

 

- ¿Por eso me has pedido bailar? ¿Porque pensabas que estaba triste? - Preguntándole con una sonrisa dibujada en los labios. Escondiendo así la emoción que presionaba contra su pecho. Sólo cuando el pequeño asintiera efusivamente, respondió con la misma sinceridad que él había mostrado - Estaba triste hasta que tú me has pedido bailar. El vestir así, es sólo porque me gusta éste color - Parando los pasos pues la música había cesado. 

 

- ¿Es que no te gusta el arco iris? - Bajándose de sus pies, soltándole las manos y sin embargo, permaneciendo ahí parado. Ladeando el rostro mirándola con fijeza.

 

- Claro que me gusta, es lo más bonito después de la lluvia - Respirando hondo tras responder. Él, tan sólo asintió antes de girarse sobre sus pequeños pies marchando a la carrera. Bueno, de nuevo sola, se encaminó hacia una de las paredes, tomando asiento en el suelo con las piernas recogidas a modo de meditación observando al mundo, ese que seguía manteniendo conversaciones, risas, abrazos. De nuevo otra canción con la que deleitar sus oídos, repiqueando los dedos en las rodillas siguiendo el ritmo de la melodía.

 

- Hola - Abriendo los párpados para observar a quien le había saludado, separó los labios apenas un poco - Hola - otro niño más saludo - Hola.. - Siendo una niña alzando la mano tímidamente. Llevaban hilos de colores, pinturas en pequeños cuencos de plástico - Verás.. he estado hablando con mis amigos y hemos pensado que quizás.. te gustaría que te regalásemos un arco iris...

 

- Me encantaría, en serio - Dijo mirando a cada uno de ellos. Viéndose rodeada de repente por ellos. Tomaron su cabello creando trenzas de colores con los hilos. Acercándose dos de los pequeños, arrodillados junto a ella, empujaron su cuerpo para así pegar la espalda a la pared, comenzando a trazar líneas sobre el pecho con las pinturas, cayendo gotas en los pantalones salpicándolos sin importarle. Disfrutando realmente de las charlas, discursiones entre ellos cuando algo no se hacía cómo a uno le gustase. Riéndose sin más remedio. Para cuando ellos creyeron habían terminado, se sentaron cerca de ellas sucios, llenoso de pintura mirándola en silencio - Bueno.. - Comenzó diciendo. Mordiéndose el labio inferior un poco mirándolos - Ahora, es hora de mi regalo. No es tan especial cómo el vuestro, tampoco se puede llevar puesto, pero sí soñar con el..

 

Todos se miraron entre sí extrañados, acomodándose mejor ante ella creando lo que parecía un semi círculo, adoptaron la misma posición que la mujer.

 

"Cada uno de nosotros, podemos considerarnos pequeñas gotas de agua, que al reunirnos, quizás podríamos ser una lluvia pequeña, chiquitita, pero importante. Sin embargo, cómo en toda tormenta, hay un momento de sombras, oscuridad cuando las nubes aparecen cargadas de agua. Diremos.. que los truenos y relámpagos, es la música. Ahora, todos empezaremos a chocar dos dedos - Haciendo ella la demostración primero, los pequeños no tardaron en seguirla - Pero claro, la lluvia no cae tan despacio siempre, ¿verdad? - Asintiendo todos - Entonces.. ahora chocaremos cuatro dedos.. - Imitándola en todo momento, al cabo de unos segundos, parecían estar cayendo gotas de agua - Oh.. que bien llueve, sin embargo.. creo que aún las nubes están cargadas de agua. ¡Empieza a llover más fuerte! - Chocando ocho dedos, casi dando palmas todos y cada uno de ellos - Nos estamos empapando. El pelo, la ropa está mojándose sin remedio, nos estamos mezclando con las gotas de agua, ¡nosotros somos gotas de agua! - Retirando un dedo cada vez, despacio, haciendo que el sonido fuera cesando, cómo cuando la lluvia va terminándose - Y cómo tras cada lluvia, sale el sol una vez se han retirado las nubes que han dejado caer otras gotas que nos hagan compañía - Mirando un poco más allá de ellos, provocando así que los pequeños se girasen apenas un poco para mirar tras ellos, viendo cómo no sólo más niños, si no adultos se habían aproximado uniéndose al cuento - Ahora, es momento de buscar el arco iris, ya sabéis, hay un cofre lleno de abrazos al final para cada una de sus preciadas gotas de agua"

 

Empezando a ponerse en pie lentamente, una vez se había erguido en toda su estatura, una docena de pequeño brazos la rodearon, apretando sus cara en su cuerpo, allí donde su altura se lo permitía - Ey.. ¡tenéis que encontrar el arco iris! - Separando el rostro el mismo niño que la pidió bailar con anterioridad, negando con la cabeza despacio.- Lo hemos encontrado, tú eres el arco iris.. 

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