

Seducción BDSM
El destino volvió a enamorarse de las melodías..
(Encontrar ésta canción, ha sido despertar un poco de mi imaginación. No sé que quiso contar mi alma, simplemente me dejé llevar, cómo hacía mucho que no ocurría. Os dejo la canción que me inspiró.)
http://www.youtube.com/watch?v=iO7ySn-Swwc
Querido amigo:
La casa lleva mucho tiempo vacía. Echo de menos las constantes risas, incluso discursiones que en ocasiones se producían. Las habitaciones antes llenas, ahora permanecen solitarias, trites incluso. La luz que entra por las ventanas, tiene cierto toque de melancolía cuando reposa sobre las camas que llevan tanto tiempo sin usarse.
Apenas dos estancias y la cocina, parecen tener algo de vida, aunque debo admitir que la sala de música jamás me atreví a tocarla. Ahí permanecen el piano, violoncello, violín y algún instrumento más esperando, pacientes, inamovibles. Esas partituras antes tan manoseadas, guardadas en un lugar predilecto, mi habitación. Es tal el temor que tengo a perderlas, que llegue a deteriorarse más, que todos los días no puedo evitar el mirarlas ahí.. colocadas en la estantería.
No sé porque estoy contándote todo ésto, quizás que hoy, cómo otros días, me he cerciorado de la soledad, terminando por maldecir al mundo, al destino por haber hecho que todos y cada uno de vosotros hayáis volado. Conste me alegro por vuestra felicidad, por esa vida que os habéis forjado y sin embargo, no puedo evitar echaros de menos.
Recordar la ilusión con la que compramos ésta casa, llenando cada una de las habitaciones con recuerdos, una vida entera que ahora pretendíamos encerrar entre cuatro míseras paredes. Pero éramos felices. Mucho más cuando compartíamos esos momentos dedicados a la música, sacando de nuestro alma cada nota queriendo expresar lo que quizás con palabras no podíamos.
Un beso, querido amigo.
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Una pequeña costumbre que no habían querido perder, una carta a la semana contando los primeros pensamientos que vinieran a la cabeza. A fin de cuentas, ambos sabían que sólo con una llamada, uno acudiría a la búsqueda del otro. Sólo quedó enviar el mail para apagar acto seguido el ordenador, las luces en su caminar por ese largo pasillo lleno de habitaciones ahora vacías. Parando ante la sala de música, no pudo evitar acceder a la estancia, paseando las yemas por la tapa del piano, deteniéndose ante el cello mirándolo con añoranza. Creyó incluso sentir el cosquilleo en sus dedos ansiando acariciar de nuevo esas cuerdas, hacerlas vibrar, lograr vibrar ella misma. Sonrisas tristes cuando al tomar una honda inspiración, se giró sobre sus pies marchando a su habitación. Terminando por envolverse de oscuridad, ofreciendo su conciencia a Morfeo con la firme esperanza de no soñar.
Dormir, sería una pequeña batalla personal contra el insomnio. Para cuando llegara el día, apenas haber descansado un par de horas. Las sábanas, abrazándola, sujetándola en un lecho que parecía estar enfadado con ella. Con las pupilas fijas en el techo, ambas manos posadas en la almohada cerca del rostro, en su cabeza sólo había una cosa, notas y más notas de música, partituras, melodías, cuerdas y una gran sensación de necesidad.
El silencio del hogar se vería roto, partido en mil pedazos. Era.. como si hubiera entrado la brisa, la luz, el mundo por completo. Notas y más notas, una canción que parecía estar llamándola cuando terminara por plantar los pies en el suelo, desprendiéndose de su cárcel cálida para caminar descalza por el pasillo siguiendo esa melodía. Procedía del salón de música, lo sabía, reconocía cómo sonaba cada instrumento un cada una de las habitaciones que allí había. Esa mañana, no reparó en las estancias abandonadas, en las ventanas abiertas de par en par dejando pasar el frío, su único reclamo era esa canción al piano.
El mundo se para cuando en esa habitación todo sigue en movimiento. Al piano, su querido amigo con la cabeza gacha, meciéndose al són de las notas, bailando con ellas, entregando su alma por completo. Puede que dislumbrara alguna que otra pequeña sonrisa. ¿Qué pensamientos estarían pasando por su cabeza? Y sin poder contener más aquello que había impedido su sueño, se aproximó al cello.. paseando los dedos distraídamente antes de mirarlo a él, cerciorándose que había reparado en su presencia.
- ¿No piensas acompañarme? - Siendo esas sus únicas palabras.
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Querido amigo:
Gracias, de corazón gracias. A pesar de que ahora no estás, la casa por alguna razón comenzó a tomar vida, a llenarse de música, de emociones, almas y vivencias. Creo que escucharnos la gente que paseara por la calle tocar con las ventanas abiertas, dejarnos el alma en una de nuestras canciones, hizo que el dstino, se volviera a enamorar de las melodías..