

Seducción BDSM
Estoy triste y realmente es porque quiero, me apetece dejarme vencer por la nostalgia de no tenerte a mi lado, escuchar tu voz llamandome, hablandome simplemente. Hoy, me apetece demasiado que estés aquí, a mi lado. Y sé que te extrañaría menos si cogiera el teléfono marcando tu número sabiendomelo de memoria, que al descolgar y escuchar por fin tu voz todo se disiparía, se esfumaría como una niebla arrastrada por el viento, pero no lo hago, hoy estoy triste y es realmente porque quiero, porque me apetece estar en la soledad de mi habitación, sobre la cama que tantísimos momentos has compartido conmigo acariciando mi cabello, susurrándome al oído palabras que nunca nadie escucharía, porque son mías, sólo a mi me pertenecen. Pongo la canción que escuchabas en tu escacharrado MP3 la primera vez que nos conocimos, esa que decías se parecía a ese preciso momento, dulce, comedido, con esas pequeñísimas dosis de sonrisas que lograban calmar tus nervios. Esa canción que ahora nos pertenece y que a pesar de que la escuche el planeta entero, me veo con el legítimo derecho de quedármela para poder seguir recordandote.
Apenas ilumina mi habitación una pequeña lámpara sobre la mesilla y la considero suficiente porque así tengo esa pequeña intimidad que sólo contigo tengo. Mis dedos parecen haber tomado vida propia cuando empiezan a surcar mi cuello deslizandose hasta el mentón, jugueteo en esa zona sonriendome, recordando cómo me sujetabas para verter tus labios sobre los míos, darme a probar el sabor de tu boca, comprobar la delicadeza de tu lengua cuando tras cruzar el humbral, se une a la mía deslizandose, robándome sin mi permiso hasta el lúltimo aliento. Combo despacio la espalda separándola de la cama cuando busco el contacto de tu cuerpo, frunciendo levemente el ceño cuando me cercioro de que no estás, que estoy besando al aire cuando yo misma sujeto el mentón. Y sin embargo sonrío porque has sido capaz de grabar cada uno de nuestros momentos a fuego para que después en la soledad de mi habitación, pueda recordarlo como si estuvieras aquí.
Y sin embargo sé que ahí no termina la cosa cuando esos mismos dedos traicioneros que me hicieron creer que eras tú quien sostenía mi cara, se deslizan de nuevo por mi cuello hacia el pecho, bordeando el cuello de mi camiseta un tanto desgastada para colarse entre mis senos, bordearlos con delicadeza pretendiendo no tocarlos cuando están deseosos, cuando los botoncitos comienzan a notarse bajo la prenda y mi piel se eriza cómo si tuviera frío. Arrancas sonrisas, pequeñas risas comedidas al revolver las piernas al tiempo que doblo las rodillas uniendo estas entre sí, por lo que mis muslos ocultan la V de mi cuerpo que posiblemente busques, sé que lo harás porque lo deseas, necesitar surcar la piel en esa zona para ver como me rindo sin remisión a tus placeres, cuando arrancas de mis labios suspiros entrecortados al volver la cara no queriendo mirarle, restregando mi mejilla por la almohada sintiendo los cabellos desparramados por esta. El cómo tus dedos una vez llegan al final de mi camiseta, jugueteand rozando el inicio de mi ropa interior para levantarla sin descubrir mis senos, tan sólo el vientre que encogido por las sensaciones que me generas, que espera al tiempo que desespera que sigas avanzando, conquistando cada tramo de mi piel. Que cuando mis manos buscan tu cuerpo para corresponderlo, las sujetes guiandolas sobre mi cabeza, cruzandolas entre sí sujetandolas con una mano para que no pueda estremecerte cómo tú lo haces conmigo, logrando así llevar el control sobre mi cuerpo, sus sensaciones y cómo no, las emociones que generas al hacerme esas cosas. Regresando tus yemas a donde se quedaron antes para serpentear por los muslos provocando así que los apriete un poco más, pero que al rozar las rodillas metiendote entre ellas, logres que las separe concediendote ese pequeño escondite que ya empieza a palpitar con fuerza regalándome cosquillas desde el vientre hacia el estómago, llegando a creer que tengo mariposas revoloteando. Y sé que ahí no terminará la cosa, que me desprenderás de mi ropa interior dejandola allá donde caiga, pero que para no soltar mis muñecas, subirás la camiseta cubriendome el rostro, privandome de verte, deleitarme con las expresiones de tu rostro al rozar entre mis piernas sin acariciar mi sexo apresuradamente, si no deleitandote con el tacto en la cara interna de los muslos subiendo despacio hacia las ingles que rozarás apretadamente para que así se separen mis pétalos ahora húmedos. Me encanta cuando eres tú quien provoca dicha humedad y el cómo te deleitas con ella cuando paseas el dedo corazón por los pliegues de mi vulva haciendo que se escuche el ruido obsceno de mis flujos, acuosos, saladitos. El cómo presionas ese mismo dedo justamente en la entrada a mi cuerpo y juegas, me tientas haciendo que desee con toda mi alma que penetres, pero no lo haces, simplemente juegas.. y no es tan simplemente cuando arrancas gemidos, esos que han estado en todo momento escondidos en mi garganta sin querer regalártelos sin más. Después llegarían los besos en la piel, las caricias con tus labios al tiempo que me riegas con tu aliento entrocortado, con esos gemidos profundos que preceden al deseo absoluto. Sé que me hablas, que me dices cuantísimo me quieres, el cómo tu corazón palpita con fuerza cuando sabe que me vas a ver, el cómo arranco tu instinto más posesivo, el deseo irrefrenable de proclamarme tuya al mundo entero para que nadie se atreva a mirarme con deseo porque sólo tú tienes ese derecho. Y te comprendo porque ese mismo sentimiento nació en mi hace demasiado tiempo. Siento tus caderas apretandose contra las mías cuando has caldeado mi cuerpo hasta límites insospechados, el completar mi cuerpo hasta límites insospechados, sintiendo cómo nuestros cuerpo se perlan una vez se vencen al placer, desean el climax pero no demasiado pronto, un poco más, un poco más por favor. No hagas que este momento se rompa, se pierda una vez nuestros cuerpos han quedado satisfechos y retiras la camiseta para besar mis labios, deseo que lo hagas, que los beses de nuevo, pero sé esperar, un poco más.. sólo un poco más. Siendo irremediable que caigamos en el abismo sin cuerdas que sujeten nuestras almas para después remontar encontrándonos de nuevo en la cama tendidos.
Sólo cuando abro los párpados me doy cuenta de que es mi mano la que está entre mis piernas con los dedos empapados, mi cuerpo perlado por haberme refrenado deseando aguantar un poco más para sentir tus caderas chocando contra las mías, el cómo estoy sola en mi habitación con la luz ténue de la lámpara de mi mesilla. Hay algo dentro de mi que me grita deseando llamarte, contarte el cómo te he sentido con cada caricia que yo misma me he dado y no por desear prenderte en la necesidad de sentirme o quizás escuchar al otro lado del teléfono cómo te tocas al escucharme, simplemente..simplemente...